domingo, 4 de diciembre de 2011

Tomás Fernández de Cieza


Tomás Fernández de Cieza

(El Martín de Morón)

             Este distinguido hombre del pasado de Morón nación en jurisdicción de su Parroquia (hoy Catedral Basílica), el día 30 de Diciembre de 1784 y así figura en el libro N° 1 año 1784 acta N° 303 al brindársele los santos óleos sobre su testa de párvulo, sus dichosos progenitores, en aquel lejano instante ignoraban el triste y desagraciado cese de esa vida palpitante que ofrecían a dios, la que al final de su camino con ese acto Católico Apostólico Romano supliría de alguna manera la suprema extremaunción y los recaudos sacros de una ultima entrega al Señor que el Destino luego le negaría.
            Fuerte hacendado por la herencia de sangre era un directo descendiente de los primeros hombres españoles de la Conquista. Gran carácter y predicamento, sostenía su airosa figura de caballero bien nacido. Ilustrado, culto, con posesiones dentro del Partido de Morón desde 1580 y en el sur de la provincia de Buenos Aires a orillas del río Salado, hasta donde llegaba la frontera de entonces. En 1834 cuando contaba con 49 años de edad, fue designado por primera vez Juez de Paz de Morón, conforme a las disposiciones emergentes de la ley dictada el 14 de octubre de 1821, que creaba “La Ley General de las Municipalidades”, que en su parte más interesante, el art. 9°, decía: “Los jueces de paz ejercerán las funciones de comandantes militares, comisarios de policías, como poderes administrativos y judiciales, etc., etc. Aquellas designaciones eran dispuestas por vía directa del Gobernador de la Provincia.
            Aquel primer mandato duro solamente dos años y medio, pues cesa en mediados de 1836. Retoma luego al cargo, sucediendo a D. Juan Bernardo Navarrete, a principios de 1838, hasta su muerte en 1852. Catorce años de labor continuo, encomiable, digna de este virtuoso hombre del ayer de Morón, que fueron entregados a la Patria, todavía en formación y el progreso de la zona, con la probidad administrativa judicial, policial y militar que dejara claros rastros y su descendencia prosiguiera, de alguna manera hasta muy entrada la década de 1950. Abruptamente en forma violenta termino su existencia. Fuera asesinado con saña alevosía y premeditación dentro de los terrenos de su estancia el 5 de febrero de 1852 mas precisamente quemado vivo a dos días después de la batalla de Caseros y como consecuencia de esta.
            Consta su deceso, rápidamente estampado en el libro N° 4 Parroquial de ese año. No se fijo la forma de su muerte (cosa inusual, como tampoco su edad exacta: 67 años lo que indicaba lo rápido del procedimiento); cumpliéndose su entierro sin ceremonial alguno el día 6 de dicho mes en terrenos aledaños a la vieja iglesia. La efervescencia política, brutal, dura y bárbara de la época, cobraba una vida en una ciega venganza, cuya esterilidad justificarían los tiempos posteriores, vuelto  la calma, pues su ejecutoria no sirvió sino para encarnecer a sus despiadados como criminales asesinos, instigadores y cómplices, en sus negras conciencias, pues el aleve acto quedo impune.
            Los hechos ocurrieron así.
            Cuando avanza el Ejercito de Urquiza se desprende a la Altura hoy Puente Marquez. Un escuadrón al mando del General Gregorio Araoz de Lamadrid, con la intención estratégica de, por un flanco del Ejercito de Don Juan Manuel de Rosas a la expectativa de el Palomar de Caseros, ubicarse ventajosamente a la retaguardia de éste donde estaban colocada sus reservas. El Comandante militar de Morón, ante el paso raudo de este mencionado escuadrón y en cumplimiento de su claro deber de defender al gobierno legítimamente constituido, aprestó sus pocos hombres de milicianos y tiroteó, de los montes de durazneros de la zona, el galope tendido de esas huestes de guerra. Hiere así a un hombre, a un equino y mata a aun animal sin causar otros daños. No olvidaría esto el glorioso General de la Independencia D. Gregorio Araoz de Lamadrid. Concluida alrededor de las 13 horas la batalla con la pérdida, por parte de Rosas, de todo el poder que hasta ese instante había poseído, desde el borde de la misma, el Gral. Lamadrid, llama a un subordinado y le dice: “Oficial Torres... córrase con un piquete de hombres de su escuadrón hasta la Villa de Morón, me pilla a ese pícaro de Juez de Paz y proceda”.
Este, ya al tanto del resultado de la batalla, sin almorzar siquiera (vivía en su domicilio frente al actual Casa Parroquial); a montado a caballo y se dirigió a todo galope hacia el sur de la villa. Mientras tanto sus hombres se han diseminado, presintiendo represalias. Los “campean” los soldados triunfantes de Urquiza durante todo el día 3 y también el 4 hasta que consiguen reunirlos a todos.
En la Madrugada del día 5 de febrero salen todos en busca de prófugo Juez de Paz y Comandante Militar D. Tomas Fernández de Cieza y lo ubican en un rancho, casi tapera, de un antiguo puesto de su propia estancia. Y la culminación de la tragedia, los soldados vencedores de Caseros presionan a la gente hasta ayer subordinada al Juez de Paz, obligan a estos a sujetar al mismo sobre un catre de cuero con cadenas de un jagüel cercano y a prenderle fuego al rancho donde el infeliz cautivo, clamando confesión muere entre clamores de una agonía espantosa. Ente su pedido de confesión se le había contestado: “No hay quien ni tiempo para eso”.
Bajo el sudario gris de una humeante aun pira funeraria de los restos de aquella tapera, manos piadosas rescataron luego el casi calcinado cuerpo yacente del ex Juez de Paz, que había quedado en el ultimo estertor de la vida que se le iba con un rictus marcado en su desfigurado rostro, con su boca y ojos abiertos como preguntando a un azul cielo de aquel verano en la pampa a un semidesértica el porque de esa maldad de los hombres.
¡Desde entonces... es recuerdo y memoria de los viejos moronenses que en la vocación así lo han denominado:  ¡Tomas Fernández  de Cieza... el mártir de Morón!

                                                                                                       EDGARDO A. CORIA
                                                                                                       Historiador de Morón

(El Mártir de Morón, artículo publicado en el diario “El Cóndor” de la ciudad de Morón, de fecha Jueves 29 de abril de 1982. - Año XLI- N° 10.948. - El autor Sr. Edgardo A. Coria, Escribió el libro “Compilación Histórica de Morón 1583 – 1950”, Donde hace mención, entre otros, de este episodio real).-

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